El más duro y largo
El Rally Firestone era uno de los más prestigiosos celebrados en España a nivel internacional.
La oferta de Luis Morales de Setién de cedernos un Seat 127, propiedad de Auto Moriz, nos animó a Juan Mendizábal y a mí a embarcarnos en tamaña aventura, dispuestos a compartir los puestos de piloto y copiloto, disputando una etapa cada uno.
Y qué dos etapas: una que empezaba el viernes por la tarde y terminaba el sábado al mediodía; tras unas horas de descanso, el mismo sábado por la tarde se iniciaba la segunda; para concluir etapa y rally, finalmente, el domingo al mediodía. Una prueba que alternaba, además, los tramos de asfalto con otros de tierra, un añadido a su enorme dificultad. Aunque, eso sí, esta vez contamos con la asistencia de Luis María Salas y Félix López, en el Seat 127 del primero, que nos prestaron ayuda y apoyo durante todo el fin de semana.
Las juntas de culata a veces se queman
Tras una primera etapa sin incidencias importantes, en la segunda nos encontramos con una 'incómoda' avería, que enseguida reconocimos como "junta de culata quemada" en versión 'llevadera'. En marcha todo iba bien, pero, en cuanto parábamos, la temperatura subía hasta límites tan alarmantes que amenazaban con reventar algún circuito de refrigeración y el radiador mismo. Entonces, aplicábamos la única solución posible: quitábamos inmediatamente el tapón del radiador, dejábamos que saltara el agua empujada por los vapores, y rellenábamos el radiador muy despacio con agua fría.
Una solución algo chapuecera que resultó eficaz, porque pudimos terminar el rally sin que se resintieran nuestros tiempos y sin que se desconpusiera el aceite del cárter. Y también gracias a que debía de tratarse de un simple poro en la junta, porque de lo contrario nos habríamos quedado tirados, irremediablemente.